Fotografía de PEDRO JESÚS CLAVIJO DOMÍNGUEZ
En el ángulo ciego de la esquina,
la vieja ceremonia de la espera,
la presencia de Dios que se adivina
tras la senda fugaz de luz y cera.
El encuentro de frente con la espina
que se clava en el alma tan certera,
la vida, que comienza y no termina
en la muerte exaltada en la madera.
Se repite de nuevo el mismo rito
de sentir a la vez calor y frío
ante sus dulces ojos apagados.
De decir para adentro, muy bajito,
que en la cruz sin duda hay algo mío
más allá de mentiras y pecados.
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