
Hubo sin duda, amigo, más señales,
pero quizás la luz fue la primera,
el reflejo del sol en los cristales,
la tarde que se marcha con flojera.
Se daban esos signos especiales
del rito antiguo de la espera,
la vida en las hojas y animales,
los pájaros soñando primavera,
La sorpresa azul, la maravilla
y el milagro de nuevo repetido
de una forma sútil, bella y sencilla
Revivir ese sueño conocido
de encontrar en las calles de Sevilla
el primer azahar ya florecido.
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