Fotografía de María Dolores Acemel Hidalgo
El día en que yo me muera
quiero a los ojos mirarte,
cruzar la ojiva y su puerta,
los dos solos, sin más nadie,
vista al cielo, cuerpo a tierra.
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Fotografía de María Dolores Acemel Hidalgo
El día en que yo me muera
quiero a los ojos mirarte,
cruzar la ojiva y su puerta,
los dos solos, sin más nadie,
vista al cielo, cuerpo a tierra.
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Fotografía de Pedro Jesús Clavijo Domínguez.
No le digas nunca a nadie
que es para ti esta plegaria,
rosa más bella del parque,
Virgen de la Candelaria
que Sevilla y Dios te Salven.
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Fotografía de María Dolores Acemel Hidalgo
Su palio lleno de flores
pareciera que no pasa
por tan estrechos rincones.
La Hiniesta vuelve a su casa
por los viejos callejones.
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Fotografía de María Dolores Acemel Hidalgo
Dime por Dios qué te pasa,
Virgen de la Soledad.
Tienes las manos heladas,
no has parado de llorar.
Qué blanca traes la cara.
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Fotografía de María Dolores Acemel Hidalgo.
De morirse no termina,
por no dejarte, yo creo,
sin su consuelo Sevilla,
que en la plaza del Museo
se agarra Dios a la vida.
Fotografía de Pedro Jesús Clavijo Domínguez
Esta tarde de colores
cuatro llamas vacilantes
arden sobre cuatro hachones
y un cortejo de estudiantes
siembra el aire de oraciones.
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